Si Extremadura es de sobra conocida por ser uno de los paraísos ornitológicos de Europa, dentro de esta región hay comarcas que brillan con luz propia en lo referente a la observación de aves salvajes. Ese es el caso de La Serena, donde están representados la práctica totalidad de los biotopos extremeños, y donde se asienta una rica y todavía abundante avifauna.
Dentro de los biotopos y paisajes existentes en La Serena, uno de los más representativos es el que se conoce como “zona esteparia”, un enorme espacio (más de100.000 hectáreas) carente casi por completo de vegetación arbórea y caracterizado por una penillanura destinada a pastizales naturales y en menor medida a la agricultura, basada en el cereal de secano. La mayor parte de esa zona se encuentra declarada Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).Una de las mejores formas de observar los paisajes esteparios y su rica avifauna es haciendo un recorrido por la conocida como “Carretera de La Golondrina”. Se trata de la carretera BA-035. Este peculiar nombre proviene de sus comienzos en los años sesenta del siglo pasado, cuando se creó en forma de pista para acceso a fincas desde la localidad de Cabeza del Buey, así como para conectar con el recién construido embalse del Zújar. El final de esa pista estaba por entonces en la finca “La Golondrina”, y de ahí el nombre.
Hoy es una carretera asfaltada, con enormes rectas, que discurre entre la localidad de Cabeza del Buey y la Presa de La Serena, atravesando un enorme espacio abierto lleno de riquezas orníticas. Es de las pocas carreteras que no está acompañada por tendidos eléctricos ni telefónicos (esperemos que continúe así para siempre) lo que permite disfrutar de un paisaje limpio con la misma calidad de siempre. La Carretera de la Golondrina invita a una jornada de “pajareo” inolvidable, que comienza en Cabeza del Buey, y discurre en dirección Norte. Antes de continuar conviene recordar que no se puede estacionar en los arcenes, y que para hacerlo debemos aprovechar carriles y pistas laterales, y eventualmente entradas afincas, sin bloquear los accesos. Estamos hablando de una enorme recta en la que algunos (que no son precisamente ornitólogos) alcanzan velocidades extremadamente altas.
Nuestra seguridad debe primar sobre todo, a fin de disfrutar de una sesión decampo placentera y que no acabe en tragedia. Y dicho esto, vamos con algunos detalles: Si prospectamos la zona con prismáticos o telescopio, no tardaremos en observar aves como la avutarda o el sisón, que por su tamaño son fáciles de localizar. A veces se encuentran a poco más de cien metros de la carretera. Otras especies típicamente esteparias como la ganga ibérica, la ganga ortega y el alcaraván, son mucho más difíciles de ver debido a su críptico plumaje. Pero si atendemos a sus sonidos, es muy probable que podamos distinguirlas en vuelo. Son fáciles de ver también los aguiluchos, especialmente el cenizo, aunque también el Lagunero. Estas aves aprovechan las zonas de siembra para instalar sus nidos, aunque también es fácil observarlas en zonas de pastizal mientras escudriñan el terreno en busca de presas de pequeño tamaño.
Y si hacemos la visita en invierno, la familia de aguiluchos estará representada por el Pálido, aunque sigue siendo frecuente el lagunero. Si la visita es en invierno, atentos también a las lechuzas campestres, que pueden sorprendernos a muy pocos metros de distancia. Canasteras y otras aves de menor tamaño como calandrias, cogujadas y terreras son igualmente frecuentes, aunque más difíciles de observar debido a sus hábitos y tamaño. Algo parecido ocurre con collalbas, bisbitas o tarabillas. Algunos de los eucaliptos que hay junto a la carretera son utilizados por águilas calzadas, milanos negros y cigüeñas para instalar sus nidos. Habida cuenta de lo vulnerables que son durante la época reproductiva, si hacemos una observación esta ha de ser breve y desde la distancia. Muchos de los cortijos que se observan desde la carretera cuentan con colonias de cernícalo primilla en sus tejados, algunos de ellos acondicionados al efecto gracias a las ayudas agroambientales desarrolladas por la Junta de Extremadura, quien además pone en marcha otras actividades de conservación como la Campaña de Salvamento de aguiluchos. Y aunque no se trate de aves esteparias, no podemos olvidar a las grandes rapaces que frecuentan estos peculiares espacios en busca de alimento, sobre todo de carroña, la cual es ciertamente abundante habida cuenta de la enorme carga ganadera que acoge.
No es difícil observar a los buitres leonado y negro, y tampoco a las águilas real y perdicera. Una variante para los más aventureros es recorrer la pista de tierra que sale del km 15,5 en dirección Este, cruzando la finca “Pavorosa” y que conduce hasta las proximidades de Zarza Capilla. Con toda seguridad haremos observaciones de las aves más representativas de la zona esteparia. Frecuentemente se suelen observar rarezas ornitológicas en el término municipal de Cabeza del Buey, destacando la presencia de aves procedentes de lugares muy lejanos o seriamente amenazadas como avefrías sociables, ibis eremitas, halcones de Borní o aguiluchos papialbos.