Prehistoria y arte rupestre

La comarca de la Serena reúne unas condiciones idóneas para el asentamiento humano. Ejemplo de ello son las sierras que albergan cuevas que sirven como refugio, suelos aptos para la caza y ganadería, algunas zonas óptimas para la agricultura, una red de arroyos de cierta entidad y un destacable potencial minero. Si estos factores son claves, también lo es la propia localización de la comarca.  La extensa planicie de la Serena alcanza hasta la línea del Guadiana y del Zújar, como al sur, donde discurre uno de los principales corredores de acceso natural desde el Medio Guadalquivir al Guadiana Medio a través  del río Guadiato y de la comarca de Los Pedroches, en la provincia de Córdoba.

 

Los primeros registros de asentamientos humanos en Cabeza del Buey se corresponden con restos de industria lítica paleolítica encontrados en las prospecciones de las zonas inundadas por el embalse de la Serena. En lo que más destaca la Prehistoria caputbovense es en el arte rupestre, contando en la actualidad alrededor de 70 enclaves con pinturas rupestres repartidos en la Sierra de Tiros, Rinconada y Pedregoso. El arte rupestre que alberga las sierras de Cabeza del Buey en su mayoría es de estilo esquemático, comprendido en las etapas del Neolítico, Calcolítico y Edad del Bronce, entre el 4.000-1.200 a. C, aunque hay registros más antiguos de pinturas del Epipaleolítico del 7.000 a. C. Destacan las pinturas rupestres del Cerro Estanislao, Morro de la Venta, Valle de la Cueva, Abrigo del águila y las del olivar del Castillo de Almorchón. En esta amplia colección pictórica destacan representaciones con pigmentos en tonos rojizos, amarillos, anaranjados, negros y blancos. A su vez hay una gran variedad de iconos representados, destacando figuras simbólicas como rayas, puntos, espirales, zigzags, círculos, antropomorfos, zoomorfos o ídolos oculados.

Cabeza del Buey también cuenta con un dolmen. Los dólmenes son estructuras de carácter funerario pertenecientes al periodo Megalítico, entre finales del Neolítico y durante el Calcolítico (Edad del Cobre), alrededor del III (tercer) Milenio a.C. El dolmen de Cerroloboso posee una cámara y un corredor, compuestos por una serie de ortostratos, grandes piedras hincadas verticalmente orientando su entrada al este. Dentro del dolmen se han recuperado restos óseos humanos y un ajuar funerario compuesto por numerosas cuentas de collar, hachas votivas, puntas de flecha, cuchillos de sílex o conchas. En el cerro donde se ubica el dolmen también podemos encontrar dos cabañas neolíticas de base circular, grabados rupestres, dos enclaves pinturas rupestres y un altar prehistórico.